La Rijksakademie de Amsterdam, espacio monumental que alberga a decenas de artistas de talla mundial, se encuentra llena de gente que hormiguea ávida por conocer las piezas que se exhiben en el open day de este año.
Para entrar a una sala se recorre un pasillo sencillo, con vista al poniente. A las 5.30 de la tarde en un día otoñal, la gente se detiene pasmada y toma fotos ante un espectáculo primitivo: el sutil atardecer del domingo 29 de noviembre, le arrebató audiencia a los 60 artistas.
Una mujer joven de mediana estatura pasa a mi lado mientras varios contemplan el horizonte. Con sonrisa suspicaz se detiene unos segundos, ríe hacia adentro y camina, seguramente pensando en la ironía.