Una copa de vino.
En los tiempos en que a la gente lo valora poco, o menos, me tocó vivir el amor antiguo.
En los días en los que la distancia parece ser de poca importancia en el mundo, me tocó vivir su influencia letal.
Ahora que el hombre aparentemente confía su destino a la ciencia y a la tecnología me tocó creer en el oráculo y su palabra ambigua.
Hoy que los hombres que cazan sus sueños con tenacidad son menos, hoy que las aventuras que se esperan de ti no son épicas sino superficiales, me vino a bien encerrarme en mi espíritu y batirme a duelo con él.
Hoy que quedan pocos días para que las hojas de los árboles caigan de nuevo al suelo, y que en mi cuarto vacío y templado se escucha el rumor del mundo, comprendo que no hay solución a la incertidumbre.
Hoy que hay más hombres que nunca sobre la faz de la tierra me toca sopesar la traición, el perdón, la ira y el orgullo.
Hoy que se valoran más una mujer de cabellos rubios y figura esbelta, un auto costoso y el glamur de vivir en un país lejano, me toca saborear la dulzura de una mujer hermosa y libre. Me toca pisar sobre la frivolidad y las expectativas vanas. Hoy me toca trazar sueños que atentan contra una imagen quimérica y contradictoria del éxito. Hoy raspo, piedra contra piedra las asperezas de la circunstancia.
Otra copa de vino.