Bajé la escalera y frente a mi estaba, estaba muy chula aquella chamaca, con los cabellos lacios y pose de rockstar. Como soy un hombre de valor me armé de valor y me acerqué. La vi y me vió que la vi, me vió y la vi que me vió y nos vimos, entonces le dije: Hola, ¿vienes sola? te invito un café (no cuestionen la frase, que uno dice lo primero que se le ocurre y que pueda ser dicho), con la expresión más irónica que puedo recordar y hasta con una leve risa de desdén me dijo:
Yo no dije nada, seguí mi camino y entré a una tienda, compré un dulce, una de esas paletas de manita, el equivalente nacional a las galletas de la suerte, ¡oh que gran oráculo son!, al abrirla pude leer en la palma de la mano de caramelo:
- estarás de moda